Nuestros Argumentos Defensivos
Disputadas dos jornadas del Mundial de Qatar Los Gladiadores tienen en su cuenta un empate histórico frente a Dinamarca y una derrota dolorosa y por la mínima frente a Polonia, otra potencia mundial del deporte. Quedan tres fechas del Grupo D y casi a la mitad de la primera ronda nos proponemos hacer un parate para analizar el juego argentino hasta ahora. Más allá del fanatismo que muchas veces nos lleva a decir que «podemos ganarles a todos» nos interesa analizar, desde lo handbolístico y deportivo, cuáles son las herramientas con las que cuenta Argentina a la hora de medirse con sus rivales europeos.
Claro que cuando empezamos a escribir esta nota no habíamos leído las palabras de Mariano Muñoz de Pasión handball, con la que es muy difícil no coincidir en todo. no obstante haremos nuestro mejor esfuerzo para no ser repetitivos y complementarnos. En esta oportunidad nos enfocaremos en la faceta defensiva.
Buscando uno de los primero puntos altos argentinos, iremos de atrás hacia adelante y empezaremos con la Defensa. Hay una frase muy popular en el balonmano y es que «Los ataques ganan partidos… las defensas, Campeonatos».
Si miramos los resultados parciales, el combinado nacional recibió sólo 24 tantos en cada encuentro. Decimos «sólo» porque se tratan de encuentros frente a potencias europeas acostumbrados a hacer 30 ó más tantos en sus encuentros, con sus figuras arriba de los 6 u 8 tantos. Si miramos las planillas de sus rivales el goleo en ambos fue repartido y ninguno superó los 5 goles en su cuenta personal.
El triángulo Pablo Portela, Leo Querín y Gonzalo Carou funciona a la perfección, con Federico Fernández en la posición de 2 del lado derecho del ataque rival, completan la línea de los 4 del centro. Adrián Portela ha sido muy buen reemplazo de su hermano en el avanzado y Agustín Vidal – siempre que el lado del cambio le permitiera quedar del lazo izquierdo – ha dado muchas garantías en la posición de 2 en lugar de Fernández. Sergio Crevatín ha sabido reemplazar algunos minutos a Carou, dándole minutos al capitán que también recibe, y mucho, en ataque.
La defensa abierta planteada ha logrado en muchos tramos alejar a los potentes lanzadores rivales. Cuando la defensa funciona el equipo rival empieza a tomar tiros más forzados o sentirse incómodo el arquero tiene mayores posibilidades de atajar, con lo que acrecienta su confianza en desmedro de la del contrincante… y todo empieza a fluir. Si no miremos los tramos de parciales de 3 ó 4 tantos seguidos de Argentina a Dinamarca y Polonia.
Y como punto adicional, el arco. Tanto Matias Schulz como Fernando García han respondido. El primero, volviendo a los porcentajes de efectividad que se le vieran en Suecia, con intervenciones importantes desde el primer momento del partido. El segundo, con atajadas desde el banco, entrando frío y poniéndole temperatura a cada pelota alcanzada. Como ejemplo, el lanzamiento casi desde el lateral derecho, en 6 metros a un jugador como Hans Lindberg en el segundo tiempo del partido. Simplemente fenomenal.
¿La contracara? El desgaste. Al ser una defensa más abierta, la misma exige un despliegue físico mayor que una en seis metros convencional. Desplazamientos, ayudas, cambios de marca, tomas a los lanzadores y coberturas atrás. Todo, perfectamente sincronizado para lograr reducir el tiro cómodo. Para contextualizar, es necesario resaltar que el juego europeo es MUY físico, con lo que se hace que cada acción se juegue al límite dándole lugar a algunas exclusiones, como hemos podido observar.
Por otra parte, cada pérdida en el 1 vs 1 deja la defensa más expuesta obligando al sistema de ayudas a cerrarse. Argentina lo ha hecho bastante bien. Quizás la mayor complicación se lo ha dado la toma de los pívots, en especial cuando los rivales se han acercado a 8 ó 9 metros con opciones serias de lanzamiento.
Con esto, ¿que queremos decir? En primer lugar que Los Gladiadores, con Dady Gallardo a la cabeza, han sido «muy inteligentes» ( en palabras del jugador del Barcelona y capitán danés Jerper Noddesbo) a la hora de plantarse defensivamente, lo cual es sin dudas un acierto del entrenador.
En segundo lugar es el riego que el sistema trae en Argentina, con la consecuencia del desgaste que provoca en lo jugadores – muchos quienes luego tienen que atacar – y la necesidad de rotar sin perder intensidad.
Por último, el efecto sinérgico. Si todo esto funciona, si la relación Sistema Defensivo – Arco está coordinada, es un círculo virtuoso donde uno eleva al otro y así sucesivamente. Si la defensa funciona, el que entra a la cancha se conecta de modo automático y todo fluye.
Es importantísimo que este argumento siga funcionando. Quizás sea una de las llaves para pasar la puerta a los octavos de final.