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Privilegiados

La primera vez que vi un partido de handball en la tv tenía 12 años. Era de un encuentro de la Liga ASOBAl y apenas conocía algunos de los nombres que allí jugaban. Era un sueño hacerlo y también una incógnita saber cómo sería ver jugar al seleccionado argentino de handball. Años más trade llegó el momento. Ya no recuerdo bien si tenía 14 ó 15, pero lo primero y único que pude ver era como Argentina con Andrés Kogovsek de capitán, el mítico Eric Gull, Roberto Morlacco y «pucho» Jung derrotaban a Brasil en un panamericano, con un penal a falta de tres segundos. Gol de Andrés, y festejo entre todos. La primera vez que lloré viéndolos fue en 2003. Fue el día que Argentina perdió frente a Brasil en Santo Domingo la final por 31 a 30, en tiempo suplementario, con un tiro en el palo sobre el cieere que nos hubiera mantenido viva la ilusión. Ni los 8 goles de Gull, ni los 6 de cogote ni los 5 de Martín Viscovich fueron suficientes para lograr el resultado que pondría a Argentina en lo más alto del handball Mundial. Lloré, porque además me habían dicho – desde que había empezado a jugar y querer el handball –  que empresas como Adidas o Visa, que siempre apoyaban los deportes una vez que eran olímpicos, destinarían un millón de dólares para el crecimiento del mismo como sponsoreo (vaya mito urbano). Todo se habpia terminado. Era el fin. Si esa camada de cracks no podían hacerlo ( no quiero dejar de nombrar a Gonzalo Viscovich, el tano Platti, Alejo Carrara, alejandro Mariné ) ya nadie podría hacerlo. Cuatro años más tarde nos quedaríamos en las puertas de Beijín 2008 al perder con Brasil, esta vez en Río 2007, teniendo que – además – aguantar las cargadas de estos «malos ganadores» y de la policía que, para variar, apresaba a nuestros jugadores mientras los brasileros nos tiraban patadas detrás de ellos. Era el insulto final. Y cuando pensábamos que estaba todo dicho… aparecieron ellos. Un conjunto de jugadores de camadas distintas, que se amalgamaron, desarrollaron y potenciaron para poner, en base a batacazos, al handball en el plano mundial y mediático. Jugadores, técnicos y colaboradores que rompieron el viejo sistema de «centro – periferia» del balonmano donde el centro es siempre europa y la periferia América. (el europa con minúscula es a propósito). Estando desorientados, dolidos y golpeados nos revivieron con sus goles, su handball y con sus resultados. Como David frente a Goliat voltearon equipos europeos, se ganaron el respeto del deporte internacional y convirtieron al handball por primera vez en un deporte Olímpico. Hoy esos mismos jugadores, sumados a lo hecho por la Garra, nos regalan otra cita olímpica con el hambre de gloria de quien en medio de la oscuridad vio la luz,  no puede alejarse de ella. Son los/as mismas que luchan, juegan, lloran y festejan, no sólo por ellos, si no que lo hacen llevando la bandera de todo un deporte y un país handbolero  injustamente eclipsado. Hoy sabemos que estaremos en Río de Janeiro 2016. Quizás nos parezca normal que así sea, pero no nos equivoquemos. Estamos frente a un momento histórico de vivir y somos unos privilegiados en además, poder verlo por Tv, streamming o enlace. Seamos incondicionales del esfuerzo que estos/as atletas hacen y disfrutemos del privilegio que tenemos de ser contemporáneos a ellos. Por eso hoy, más que nunca, Vamos Argentina!